viernes, 2 de marzo de 2012

Las otras caras de la ‘Pulga’


Por Raúl Ortiz - Mory

Leonardo Faccio – a quien el fútbol le gusta poco o casi nada - ha escrito un libro sobre Lionel Messi, que no solo puede interesar a los fanáticos de la ‘Pulga’. Este es un perfil que desgrana otras facetas del futbolista argentino y que hasta los más radicales adversarios del deporte rey disfrutarían. El trabajo reporteril de tres años se plasma en un relato lleno de vértigo narrado con fluidez, donde se puede reconocer el sello del periodismo narrativo latinoamericano. El autor de Messi: El chico que siempre llegaba tarde (Y hoy es el primero), cuenta algunos detalles de su obra en esta entrevista.


¿Por qué una persona que no es aficionada al fútbol escribe un perfil sobre Lionel Messi?
Messi influye en el estado de ánimo de mucha gente. Esa relación pasional me interesa. Es uno de esos jugadores que cada día generan mucha expectativa, y además rompe con el paradigma de héroe que conocemos. Me propuso retratarlo el director de la revista Etiqueta Negra, Julio Villanueva Chang, y acepté. Luego apareció la propuesta de la editorial Random House Mondadori para hacer el libro. Me habían quedado muchas cosas por contar. Sobre Messi solo recibimos noticias desde los grandes medios de comunicación, en especial de la prensa deportiva, que nos hace ver una personalidad simple. Yo veía en Messi características complejas.

¿El hecho de que no te guste mucho el fútbol, y no veas a este deporte como lo hace un fanático, ha sido una ventaja para contar esta historia?  
La curiosidad distante, el extrañamiento, me parece que ayuda a cargar con nuevos significados lo que en principio puede parecer obvio. En ese sentido mi distancia con el fútbol creo que fue una ventaja. Jugó en contra sólo en una cuestión técnica: no tenía el más mínimo contacto con el mundo futbolero, el teléfono del FC Barcelona, por ejemplo. Por suerte, algunos amigos de la prensa deportiva me facilitaron sus agendas. Fue una aventura periodística. Comencé a trabajar a fines del 2008 y en los años siguientes Messi podía eclosionar o hundirse. Tuve la fortuna de presenciar los tres años -hasta ahora- más importantes de su carrera deportiva.  En el libro cuento su vida desde su niñez, viajé a Rosario – su ciudad natal –, y al mismo tiempo intento conservar el vértigo y la tensión dramática de su presente.

¿Qué tan difícil fue el trabajo de acceso a las fuentes y el de verificación de datos?
El acceso fue dificultoso y lento. Messi está en la cúspide de su carrera y los periodistas que quieren entrevistarlo deben esperar su turno. Yo esperé nueve meses. Esta dificultad también se traduce en su entorno. En el barrio de Rosario donde Messi creció los vecinos ya están habituados a la presencia de la prensa, incluso internacional. Es normal ver a periodistas de Europa o Asia que buscan entrevistas con sus amigos y vecinos. De alguna manera todo su entorno se ha mediatizado y eso dificulta el trabajo. La  verificación de datos siempre es difícil. Exige mucha paciencia y atención porque trabajamos con la memoria de la gente, y la memoria, aunque haya buena voluntad, es caprichosa.

A lo largo del relato se muestra a un Messi muy pegado a su familia ¿Crees que su entorno inmediato lo sobre protege y ello ha influenciado en su personalidad?
Es cierto que Messi no suelta la mano de su familia. A diferencia de otros futbolistas nunca le interesó ingresar en los círculos sociales de la fama. Messi sigue manteniendo contacto con sus amigos de infancia, de  Newell's Old Boys de Rosario, con algunos excompañeros de La Masía – la cantera futbolística del FC Barcelona –. Incluso a su novia la conoce desde que tenía seis años.  Se relaciona con gente que le ofrece seguridad. Messi construyó su identidad en torno al fútbol y veo que rechaza lo que pueda quitarle estabilidad. De alguna manera su círculo cerrado le permite tener menos distracciones.

Messi siempre es comparado con Maradona y se le reclama un caudillaje que, en realidad, no parece tener, ¿acaso los argentinos – más allá del fútbol – están en constante búsqueda de caudillos y el fútbol es una buena excusa para hallarlo?
Maradona tiene esa imagen de caudillo que normalmente conocemos no solo en Argentina, también en toda Sudamérica. Su liderato trasciende el campo de juego y ese perfil no coincide con la personalidad de Messi. Tampoco es el tipo de formación que ha tenido en La Masía. Messi ejerce su liderato de acuerdo a una democratización del poder que hoy podemos ver en el primer equipo del Barça. Es un lider silencioso. Con la camiseta de Argentina, en cambio, debe sobrellevar su condición de ilustre desconocido. Messi nunca jugó en un equipo de primera división de su país. Los argentinos no lo vieron crecer y es difícil querer a alguien que no se conoce. Maradona, en cambio, representaba la efervescencia de los años ochenta: el país vivió el retorno de la democracia y Maradona materializó una revancha futbolera a la derrota en la guerra en las islas Malvinas. El fútbol siempre trasciende al fútbol y es probable que Messi llegue a representar algo en el futuro. Por ahora creo que su identidad argentina se está construyendo.      

¿Qué tan ‘severo’ fue Julio Villanueva Chang al momento de trabajar la edición del libro?
Todo buen trabajo de edición exige severidad y Julio es el editor más severo que conozco. Trabajamos con historias reales, la responsabilidad es grande y  en la medida de lo posible debemos permitirnos los mejores recursos: un editor especializado en periodismo narrativo, un verificador de datos, periodistas amigos que se ocupen de hacer relecturas. Todos, comenzando por Julio Villanueva Chang, forman o formaron parte de Etiqueta Negra. Ya habíamos trabajado juntos y la experiencia acumulada tiene mucho valor. Creo que el proyecto era exigente y hacía falta un equipo exigente para trabajar. Yo, en principio, dejé de hacer colaboraciones en otros medios para dedicarme de lleno al libro.

¿En términos generales, fue muy difícil realizar este tipo de proyecto?
Requirió tiempo, esfuerzo y, además, un presupuesto para producir que llegó desde Random House Mondadori. Al trabajo de reporteo en Barcelona se sumó un viaje desde España a Argentina, con el gasto que ello implica. Fue una producción costosa e intensa.

En tiempos donde los grandes medios de comunicación tienen menos espacio para este tipo de textos, un perfil como el que has hecho suele ser un acto romántico.
El periodismo exige voluntad moral y a esa condición se la puede considerar romántica. También es cierto que las limitaciones existen. Pero no creo que haya menos espacio para publicar, al menos en América Latina. Hay cada vez menos presupuesto, eso sí. Hacer periodismo con mucha producción parece sólo accesible para reporteros de grandes revistas con muchos recursos, como The New Yorker. Pero mientras tengamos historias que contar creo debemos seguir haciéndolo, aunque nos demande tiempo, sin renunciar a la calidad. No hay publicación de habla hispana que pueda pagarnos cada hora de nuestro trabajo. La remuneración en dinero siempre es baja ¿Por eso vamos a dejar de escribir? Los espacios para publicar están ahí. Gatopardo, Soho, Etiqueta Negra son algunos de ellos.   


Hace algunos años Leonardo Faccio fue nominado al premio Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano que preside Gabriel García Márquez por una crónica que cuenta cómo la industria farmacéutica emplea a personas para probar las fórmulas que aspiraban a convertirse en medicamentos en sus propios organismos. Faccio postuló a una vacante para ser una ‘cobaya humana’ y a partir de esa experiencia escribió uno de sus textos más conocidos. Esta crónica la puedes leer acá


¿Para tu crónica ‘El humanitario negocio de vender tu cuerpo para la ciencia’ trazaste algún paralelo con ‘Cabeza de Turco’ de Gunter Wallraff?
Lo que hizo Wallraff para escribir su libro es suplantación de identidad; se disfraza. Un recurso que utilizan algunos reporteros. Yo no me disfracé para acceder a las pruebas en los laboratorios farmacéuticos. Usé como recurso una herramienta de interacción que en términos antropológicos podemos llamar observador participante.

Para contar esta historia consideré necesario involucrarme directamente. Fue una producción larga porque primero tuve que postular para que me aceptaran como cobaya. Sólo ese proceso demandó seis meses de pruebas. Pero había una motivación personal y no me importó agotar todos los recursos posibles. Mi experiencia como cobaya servía para contar una historia mayor: la ética de una gran industria como la farmacéutica. El tema de fondo es la ética del mal menor: poner en riesgo la vida de unos pocos para, supuestamente, salvar la de muchos. Cuando el mayor esfuerzo industrial no está puesto en producir medicamentos que curan enfermedades mortales, si no en sacar a la venta cuanto antes medicinas que generan mayor rentabilidad.

¿Te sientes más cómodo como un observador participante o prefieres ser un reportero que ve las cosas desde afuera sin involucrarse demasiado?  
No pienso en mi comodidad. Cuando voy a producir un reportaje, crónica o perfil, pienso en los recursos que mejor se ajustan al ámbito al que quiero ingresar, y a la historia que me propongo contar. Pero no siempre hacemos lo que queremos sino lo que podemos. En el caso de las cobayas humanas creo que la historia debía contarla desde la experimentación personal. Necesitaba estar cerca y podía hacerlo.

En el caso del género, ¿tienes claro cómo vas a abordar tus temas, ya sea como reportaje o como crónica?
Creo que la elección del género debe ser funcional al tipo de aproximación que tienes con la historia. Un reporteo vivencial no me inspira la misma prosa que una reconstrucción. La proximidad es influyente. Hay historias que  exigen más ensayo que otras. También influye el tiempo que tienes para escribir y la calidad de la producción. En cualquier caso creo que las herramientas narrativas no son un capricho del periodista. La forma en que las utilicemos no afectan sólo cuestiones estéticas, si no también al contenido. En suma, creo que el género que elijo es el que me permite contar con mayor precisión lo que quiero decir.

¿Calificas como periodismo gonzo el tema de las cobayas?
No lo había pensado pero puede ser. Las calificaciones son resbaladizas. Dependen de las modas y de las influencias. Al periodismo gonzo también podríamos ponerle otros nombres, como el del observador participante asociado a la antropología. Lo inventó Bronislaw Malinowski a inicios del siglo pasado. El Gonzo, creado por Hunter S. Thompson en los ‘70, ha servido para que muchos periodistas liberen su voz. También le dicen periodismo kamikaze, en referencia a los pilotos suicidas japoneses que se jugaban la vida por una causa que consideraban buena. O por honor. Más allá de las etiquetas creo que lo importante es si la causa que nos empuja a arriesgar el pellejo realmente vale la pena.

¿Qué tan perjudicial significa entablar relaciones con las fuentes cuando pasas demasiado tiempos con ellas?, ¿crees que ello contamina la historia?
Hay historias que solo se pueden contar bien si accedes a la vida cotidiana de la gente. Las respuestas suelen estar en la normalidad y no en lo extraordinario. En el periodismo se acostumbra a permanecer unas horas con los entrevistados e irse. Esto es lógico si debes entregar el texto dentro de dos horas. Pero hay temas que requieren tiempo, permanencia y convivencia para poder explicarlos. Es necesario que las personas con las que hablas no te reconozcan solo como periodista, sino también como un semejante, que se pregunten quién es este señor que viene a preguntarme sobre un tema tan delicado y que tengan una respuesta. Por el bien de nuestro trabajo debemos ser generosos en este sentido. Para no contaminar la relación se debe poner en claro que nunca dejarás de ser periodista. También creo que es importante despedirse de la gente que depositó en vos su confianza con la misma delicadeza con la que entraste en sus vidas.

¿Qué es lo primero que ves o que te llama la atención de tus entrevistados cuando empiezas a conversar con ellos?   
Siempre intento entender el estado de ánimo de la otra persona. Postergo lo que quiero preguntar y escucho lo que quiere contar esa persona en ese momento. En el caso de Messi, por ejemplo, él estaba regresando de sus vacaciones en Disneyworld. Aún no empezaba el campeonato español e iniciaba la pretemporada con el Barza. Su estado anímico era el de una persona que está reviviendo en recuerdos sus vacaciones. Intenté seguir esa frecuencia. Después pregunté lo que quería preguntar. Me sucede que cuando me aproximo a la gente con la intención de seguir su estado anímico siempre me sorprenden con algo mucho mejor de lo que esperaba. Luego hago mis preguntas, que pueden ser respondidas o no, pero por lo general lo más interesante es lo inesperado. Cuando nos acercamos a alguien tenemos una idea preconcebida de quien es esa persona, y esa actitud suele condenarnos a respuestas predecibles. Creo que debemos dejamos sorprender.

1 comentario:

  1. Muy bueno! ;) Definitivamente siempre con ese estilo peculiar. Exitos!

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